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SOBRE MI

Mi nombre es Manuela, soy psicóloga y una apasionada de la educación, desde una mirada inclusiva y emocional. Siempre tuve claro que quería dedicarme a esta profesión y he podido hacerlo, gracias también al apoyo incondicional de mi familia. Mi actividad profesional se ha desarrollado en el ámbito de las dificultades en el desarrollo, de la discapacidad. 


En los últimos diez años he trabajado en una asociación de personas con discapacidad intelectual en diferentes servicios, atención temprana, centro ocupacional, unidad de estancia diurna, residencia de adultos. Hace un año y medio que mi actividad profesional cambió para embarcarme en otro sueño, como es la orientación educativa en la Región de Murcia. Supuso un cambio importante, dejar un trabajo estable y que tantas alegrías me había dado, para comenzar otro, repleto de incertidumbre, en otra comunidad, pero al que dediqué mucho esfuerzo años atrás, y que afronto con toda la ilusión y ganas del mundo, para sumar y aportar todo lo que pueda.  


  Ha sido mucho lo que me ha aportado la asociación, las personas con discapacidad, sus familias, y no hay día, y lo digo de corazón, que no los recuerde, he aprendido mucho de ellos y disfrutado de sus miradas. Es precisamente esa mirada que cree para crear, una mirada que cree en las personas, en sus posibilidades y que además diariamente expresa lo bueno que observa a su alrededor, una mirada que agradece y engrandece a quien tiene a su lado, que empodera desde el corazón, que cree en una diversidad de la que todos formamos parte,  una mirada que se construye desde el conocimiento, para poder intervenir lo mejor posible, es en la que creo y en la que todos tenemos mucho que hacer y aportar diariamente, con pequeñas acciones que al final con la aportación de todos suman, haciendo un mundo mejor.


     Hay una frase que dice “solo se ama lo que se conoce”, o otra que me impactó mucho, que la pronunció una madre de la asociación, “si hay amor no hay miedo, y si hay miedo no hay amor”, y es que el corazón nunca se equivoca, y el miedo o el amor, se expresa en nuestras acciones. Y es en estos derroteros del corazón, de la inteligencia emocional, donde llevo unos años forjando la fiel idea de la urgencia de entender que es necesario cuidar, promover, priorizar un  bienestar personal para conseguir un bienestar académico y profesional en nuestras aulas, en nuestras vidas. Necesitamos tener un mayor conocimiento de nosotros mismos, reflexionar sobre nuestro día a día, sobre lo bueno que nos ha pasado, agradecer las pequeñas cosas que nos pasan diariamente, ponerle nombre y el lugar que le corresponde a nuestras emociones  para llegar a un desarrollo personal, pleno y seguro, que promueva un empoderamiento desde el corazón en todos los ámbitos.


Si esto lo llevamos a las aulas, con docentes que creen en lo que hacen, en la importancia de educar desde el corazón, tendremos a alumnos que recordarán a sus profesores no por lo que le hicieron saber, si no por lo que le hicieron sentir, y esto es lo importante de la vida, no tanto lo que sabes, sino lo que haces sentir y aportas a las personas que te rodean. 


         Hace unos años, jamás pensé que fuera capaz de poder exponerme, expresarme así, o de crear un blog, ni mucho menos, pero actualmente es así como quiero y necesito afrontar mi día a día, con las únicas exigencias que el corazón me vaya guiando.