LA HISTORIA DE HUGO, UNA HISTORIA / EDUCACIÓN CON VALOR Y EMOCIÓN



“Mi nombre es Hugo,  tengo 9 años y fuí diagnosticado desde los 3 años de trastorno del espectro autista. Me gustaría contaros como es mi cole y mis profesores. En mi aula tenemos dos grupos y dos profesores. Rafa es el profe del grupo “respeto” y Carmen es nuestra profe, nosotros somos el grupo “valor”. Durante todo el día compartimos la misma aula, de diferente forma, pero todos estamos juntos. Lo que más me gusta es cuando llego por la mañana y elijo el saludo que voy a darle a mis profesores, los dos están esperándonos super contentos. Puedo darles un beso, chocarles la mano, darles un abrazo, en fin todo cariño y afecto. Una vez que estamos todos dentro, los primero que nos preguntan es ¿como traemos la mochila hoy? unos contestan uff un poco cansados, otros pues yo estoy muy contento y al final siempre nos enseñan una frase bonita, a mi la que más me gusta es esta, “solo se ama lo que se conoce” y nos animan a pasar un buen día, y nos dicen que si en algún momento necesitamos contarles algo, que ellos están para escucharnos y apoyarnos. 

Se me olvidaba deciros la frase estrella que es “al colegio venimos para ser felices”. Nos explican que lo más importante por encima de todo lo que aprendemos en el cole, es que seamos felices y nos sintamos bien, darle nombre a nuestras emociones, a todas, porque todas son importantes  y saber gestionarlas. Hablamos mucho sobre las emociones y sobre nuestros pensamientos, que al final por si no lo sabéis, son los que nos limitan muchas veces. Nos explican que si actuamos conforme a lo que pensamos y sentimos,  haremos lo que realmente queremos hacer, nos sentiremos bien y sentiremos una emoción muy importante “la calma”. Todas las semanas hablamos de algún valor, de alguna emoción y cada grupo viene a explicarnos qué significa. Resulta que cada grupo tiene el nombre de una emoción, en tercero, cuarto, quinto, así que cada semana van pasando por las clases y explicando qué significan, los dos grupos de cada clase.

Os voy a contar que yo cuando me pongo nervioso, mi seño Carmen sabe que muevo las manos, entonces saco mi agenda de comunicación, yo le señalo como me siento y ella sabe que tiene que darme una pelota o mi botella de estrellas preferida o irme al rincón de la calma. Yo, a veces digo palabras sueltas pero para eso están los “pictiogramas”, bueno vale pictogramas pero es que me cuesta trabajo decirlo. Estos  pictogramas están en todas las clases y rincones del colegio, todos los utilizamos, todos los grupos. En nuestro caso nos ayudan a comunicarnos y anticipar lo que pasa en nuestro día a día y a que nos avisen de cosas que están por ocurrir. A mis compañeros les sirven para aprender mejor, les ayuda a autorregularse y mejorar su forma de aprender, porque todos, absolutamente todos necesitamos “poner orden en nuestra cabeza” para que llegue bien a nuestro corazón. 

Qué más os puedo contar, ah sí!!!! resulta que cuando aprendemos algo, por ejemplo el valor del euro, pues nos vamos un día a comprar por la ciudad, es super divertido y así con todo, hablan algo de que la realidad para ser entendida, debe ser vivida. 

También os quería contar que siento que tengo mucho valor, mis profesores todos los días me dicen que crea en mí, que ellos confían en  mí con todo su corazón, así que yo  intento con todo mi corazón aprender, hay veces que lo consigo y otras que no, pero bueno chicos también hay que equivocarse.

Una de las cosas que más me gusta también es que cuando van a organizar algo, cuando termina una actividad siempre nos preguntan si nos ha gustado, o como queremos organizar todas las fiestas que celebramos o si nos ha gustado como han explicado tal cosa,  nuestra opinión es muy importante y nos lo hacen saber en cada decisión del aula. También nuestras familias participan en todas las actividades del cole. 

Bueno y llegamos al final del día, el  momento de “cerrar las mochilas” e irnos a casa, vamos guardando nuestras cosas y a la vez nos van preguntando cómo nos hemos sentido, nos dicen que nos llevemos la mochila cargada de cosas bonitas. Cuando vuelvo a casa, mis padres me preguntan lo mismo, Hugo, ¿que traes en tu mochila hoy? y así vamos repasando lo que he hecho en el cole y voy colocando cada una de mis emociones en su sitio. Creo que esta historia está  llegando a su fin, espero que os haya gustado y recordar, no os olvidéis cada día de intentar ser felices y decir a las personas que os rodean lo que sentís por ellas”

Pensaréis que toda esta historia es una utopía, dos profesores por aula bajo un paradigma de educación inclusivo y emocional, pero qué sería de la vida, si no se puede soñar despierto. Esta es una forma de enfocar la  educación desde la emoción, una educación que busca la educación del ser y no del saber, porque se aprende lo que nos emociona, porque la mirada que tengamos del mundo, de la educación de nuestros alumnos, es lo que vamos a transmitirles. Una educación, donde no hay diferencias, donde todos formamos parte de esa diversidad que tanto enriquece. 

El decir todos los días algo bueno a las personas que nos rodean para que ese pensamiento crezca, el ofrecer una mirada del mundo donde transmitir el poder de creer en el resto de personas y decir “yo creo en ti”, esas palabras son superpoderosas y empoderadoras. El darle prioridad a lo realmente importante y lo importante es que la vida pasa muy rápido, que lo importante es intentar sentirnos bien, hacer sentir bien pero también saber afrontar, gestionar todas esas luces y sombras que hay dentro de nosotros, necesarias para ser quienes somos. Una forma de empoderar es decirle a alguien todo lo bueno que transmite y tener la suficiente  asertividad para expresar todo lo que no nos gusta. Compartir  es crecer y estoy convencida que estamos en la vida para compartir y enriquecernos unos de otros.

Os invito a pensar que llevamos cada día en nuestras mochilas, si amor o miedo, esta frase la aprendí de una madre de la asociación. Ella dijo al final todo se reduce a lo siguiente “Si hay amor no hay miedo, y si hay miedo no hay amor”, pensemos que queremos que lleven nuestros hijos, nuestros alumnos en las mochilas, deberes, resignación, frustración por no conseguir una nota o no conseguir unos objetivos.  O si por el contrario queremos mochilas cargadas del afecto que desprenden nuestros profesores, unos profesores que aman su trabajo, porque si una cosa está clara es que para hacer un buen trabajo, tienes que amar lo que haces, sentir pasión por cada pequeña cosa que emprendes, porque las personas que sienten pasión por lo que hacen son sin lugar a dudas, de las  que más se aprende.

Espero que haya podido transmitir el modelo educativo que yo sueño y os animo a pensar que queremos que lleven todos los días en sus mochilas nuestros hijos, nuestros seres queridos, nuestros alumnos y por supuesto nosotros mismos, nuestras mochilas deben estar bien cargadas de amor propio, de empoderamiento , ese amor propio decidido ¿y tu que llevas en tu mochila, amor o miedo?.

 

Manuela Callejón Felices

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